JUGADORES DOPADOS, QUE BOCHORNO

Una vez más me voy a referir al consumo de sustancias prohibidas dentro del beisbol, por parte de los jugadores. Por todos es sabido que muchos jugadores grandes ligas ansiosos de tener un mejor rendimiento a cambio de un esfuerzo con menos cansancio, han recurrido a la "fórmula mágica" de los esteroides o cualquier sustancia prohibida, a sabiendas que desde el año 2005, la MLB implementó el Programa Conjunto de Prevención y Tratamiento de Drogas de Las Grandes Ligas, dirigido a aquellos peloteros que busquen "ayudarse". Pero vista la actitud de algunos jugadores, pareciera no importarles las sanciones que en ellos recaigan, desprecian el beisbol y a sus fanáticos, o lo peor no tienen vergüenza con sus compañeros de equipo o lo más grave no usan el cerebro. Es impresionante como después de 13 años de implementadas las mencionadas normas, aún existan jugadores "mente e'pollo" queriendo engañar al mundo alterando, artificialmente, su metabolismo. Pero esto no es todo, lo más alarmante es que peloteros ya consagrados, con contratos multianual, que ya aseguraron su permanencia en las grandes ligas, hasta su retiro, hayan solicitado falsa ayuda. Y me voy a referir específicamente a los jugadores Dominicanos: Robinson Canó suspendido por 80 juegos por ingerir el diurético prohibido "Furosemide" y a Wellington Castillo también sancionado con 80 juegos por el consumo de EPO (eritopoyetina), se trata de una hormona que estimula la producción de glóbulos rojos.

Particularmente sostengo que todo aquel atleta que trate de engañar al resto del mundo, mediante el uso de cualquier sustancia prohibida para así mejorar su condición física, debe ser execrado de toda actividad deportiva. En una entrega del año pasado, enfoqué este tema cuando el caso de Manny Ramírez, otro Dominicano reincidente en estas lides, y cerraba el artículo con esta sentencia, Si yo fuera el comisionado de Las Grandes Ligas decretara: Todos los jugadores pertenecientes al beisbol organizado, podrán ingerir la sustancia prohibida de su preferencia, bien sea tomada, inyectada o de cualquier otra forma, pero si al hacerles las respectivas pruebas dieran positivo, inmediatamente quedarán execrados del beisbol. No más engaños, no más blandenguerías con esas pírricas sanciones a jugadores deshonestos que tanto daño le hacen al beisbol.